viernes, 29 de mayo de 2009

arteBA 09

Fotos de la visita a la Feria de Arte contemporáneo con los compañeros Paula y Emiliano.













miércoles, 27 de mayo de 2009

"Papeles secretos"

Detesto aquellas noches de insomnio en las cuales conciliar el sueño se torna imposible, dejándome una sensación de fracaso y enojo.
De repente, un ladrido. Parecía una señal para que de una vez por todas me levante de la cama. Lo intento hacer disimuladamente para evitar que ésta cruja y despierte a mi amiga que dormía en la cama contigua. Afortunadamente lo logro.
Camino rápido en puntas de pie hasta llegar a la ventana que da a la calle principal de la ciudad y asomo mi cabeza.
Un perro negro era el responsable de aquel agudo y molesto ladrido. La imagen de este animal frente a la pared blanca recién pintada del restaurante de en frente me hizo recordar a la fotocopia de un libro que la tarde anterior había divisado en la biblioteca. Sin saber bien el porque, me surgió la necesidad de ir en busca de ella.
Bajo las escaleras dando pequeños pasos y llego al corredor principal. Atravieso el living donde me sorprende la presencia de un pañuelo manchado con lápiz labial rojo sobre el gran sofá y un destello de luz que venía desde la cocina. Me acerco esperando encontrar algún familiar de mi amiga, pero no. Nadie estaba ahí. Sólo un vaso de ginebra por la mitad reposando sobre la mesada, al cual observé por varios segundos detenidamente.
Continúo mi recorrido y finalmente llego a la biblioteca. Al prender la luz me encuentro reflejada en un espejo roto y delante de él, sobre el escritorio, la fotocopia en cuestión.
Sus páginas son blancas, muy blancas, y eso es lo que de alguna manera me impide pensar que sean de un tiempo pasado. Emana un particular olor a tinta barata que poco a poco se desvanece en el aire.
No estaba del todo segura de querer leerlas, pues estas páginas no eran pocas y los stickers de chicles que estaban pegados en todas ellas me daban la leve sensación de que quien las había leído, no les haya resultado interesantes.
Sin embargo comienzo a leer sin darme cuenta su primer párrafo que decía: “Escaparnos era la única opción, pero David estaba completamente seguro de que podría cumplir con el plan previsto […]”
En un principio me pareció que se trataba de un robo, tenía un estilo policial.
Por unos instantes me desilusioné, pues tenía muchas expectativas puestas sobre aquella imagen de una fotocopia que sin saber porque había quedado en mi mente.
De manera inesperada, aparece frente a mí el padre de mi amiga, observándome de una manera extraordinariamente rara. Me quitó las fotocopias de las manos. Su ceño fruncido me mostró su enojo por haberme encontrado leyéndolas. Sutilmente me dijo que vaya a dormir y que no cuente nunca sobre la existencia de aquel juego de fotocopias que tan insignificantes parecían a simple vista.
Aquel comentario sonó como una amenaza, y por esa razón sin pensarlo demasiado me fui a la cama.
Permanecí unos instantes reflexionando sobre la situación que acababa de vivir. Giré hacia un lado y cerré mis ojos. Los ladridos de aquel perro por suerte ya habían acabado.

...poema...

Misil explotando en el cielo
Cuyo resplandor ilumina la trinchera
Cual sol permite ver la cara de los gurkas enemigos

El pelotón de ingleses cubre la cabeza de su comandante,
Piezas de plomo y platino vuelan por el aire
Precipitándose sobre la inmensidad de Canberra.
Desdichado prisionero desea paliar la guerra
Deseoso altamar lejos de esta tortura en mes de Junio,
Recuerda Southampton, su querida y anhelada tierra,
Donde el zoo relumbra a los monos de su actual presidio

Canciller desalmado, insustancial y triunfador de penas,
Sólo acepta la liberación y baja el retaco.
Rememora el puerto impoluto y devuelve ilusiones a Buenos Aires de lágrimas
Como aquella noche de tibio y cálido Octubre,
Acepta el trabajo de la humilde pizzería en las afueras de Retiro.
Comprende la miseria y el desdichado sueldo
Porque sólo con la simple existencia de cariño y afecto
Se puede derribar la más sofisticada y producente jaula en la riqueza de Londres.

"Memoria de escritura"

Sólo recuerdo tres momentos de mi vida en los que escribí textos que sin saber bien la razón, los recuerdo hasta el día de hoy. Y hay algo en común entre ellos tres, y es que fueron realizados por consignas dadas en el colegio.
El primero fue a los 11 años. Escribí una poesía. Creo que sólo fueron un par de estrofas cortas, y lamentablemente no sé que ha sido de ella. Sólo tengo en mi mente el grato recuerdo de haber hecho versos breves y utilizar ciertas palabras que eran increíbles, y por sobre todo para la edad que tenía. No sé si a la maestra le gustó pero para mi resultó ser fantástica.
Sin darme cuenta, llego a los 16 años y me encuentro frente al deber de realizar otro texto. Pero una diferencia sustancial cambiaba todo. Ahora tenía que ser capaz de expresar en sólo una carilla lo que sentía, lo que me pasaba por mi cabeza en ese momento. Era una actividad reflexiva para poder entendernos mejor a nosotros mismos, los alumnos.
No fue fácil. Pues cuanto más pienso en qué estoy pensando, es cuando más cosas pienso. Todo aquello que no estaba en mi cabeza, ahora estaba.
Sin embargo mi texto terminó siendo una mezcla de sentimientos, de miedos y dudas. Y así era, estaba atravesando una etapa de gran confusión, que la gran mayoría la vive, y es cuando al terminar el colegio, debemos decidir que será de nuestras vidas de adultos, sin querer hacerlo realmente.
Finalmente, al poco tiempo, me encuentro nuevamente frente a otro desafío. Una simulación de tomar apuntes tal como los alumnos universitarios hacen. Visto desde ahora, parece muy simple, pero aseguro que no lo fue en un principio.
Recuerdo haber tenido éxito, es decir, logré llegar al objetivo de la actividad, que era poder sintetizar una clase completa y rápida con apuntes tomados en el momento. Este texto y otro conjunto de cosas fueron quizás las que me hicieron ver al “mundo adulto” desde otro lado mucho más relajado y positivo y seguramente por esta razón lo recuerdo.

"Mi planta naranaja lima"

Tres años atrás, mi escuela, una profesora, una materia: literatura, un desafío. Un libro entre varios, el libro, una historia, la historia.
En el medio: mil opiniones, varias recomendaciones y consejos y al final mi decisión que se llamó “Mi planta de naranja-lima”.
Sus páginas fueron girando rápidamente y sin darme cuenta llegó su final, junto a infinitas sensaciones que me invadieron.
Un protagonista: un niño; un lugar: Río de Janeiro, una historia: la del niño y la pobreza que lo rodea y lo inunda. Sus sueños, sus ilusiones, sus deseos y sus travesuras logran transportar al lector a otra realidad.

¿Qué queda de todo esto? Una reflexión. Otra mirada. Analizar a mí alrededor ya no es lo mismo de antes. La gente que me rodea ya no pasa inadvertida, y lo más importante, ya no siento igual.
Intenté entender lo que es ser tan chico y no tener otra salida más que vivir como adulto, entendiendo cosas de adultos y conociendo el dolor tan tempranamente sin que nadie me proteja de él.
Ya no ver desde afuera, sino ver desde adentro. Cuan invisible puede tornarse una persona y cuan egoísta puede llegar a ser uno mismo. La indiferencia que mata y esas miradas que lo dicen todo, y más.

Millones de dudas y tan sólo una certeza: la solución es mirar un poco más allá, sólo un poco más lejos de donde estoy. Pensar diferente, actuar diferente, ser mejor y dar el ejemplo. Ayudar a que ayuden.
Todo esto puede llegar a lograr una simple historia que por ser simple no deja de ser maravillosa.